Los discípulos reciben del Maestro la misión de hacer lo mismo: “Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios”

Los discípulos reciben del Maestro la misión de hacer lo mismo: “Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios”
En este tiempo estamos llamados a abrir de par en par las puertas al Salvador.
El que viene tiene poder para restituir nuestros cuerpos tullidos, paralizados, atrofiados.
De nuevo son protagonistas el oído, la vista, el olfato y el tacto, y de manera especial el gusto.
En la primera semana de Adviento se nos invita a despertar los cinco sentidos.
La Palabra nos propone el mejor inicio del tiempo que culminará en Navidad.
Dios se esconde para que lo busques. Él hiere y venda la herida. A algunos se les revela en el límite del abismo. En todo caso, Dios no deja de amarte.
El que viene es príncipe de la paz, y tiene poder para reconciliar todas las cosas.
La Liturgia nos llama la atención por si avanza el tiempo y no nos abrimos al mensaje liberador.
La promesa se cumple, sólo hace falta estar atentos: ’El que tenga oídos, que escuche’.
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”.