Es evidente el clima de tensión que se vive en el pasaje profético de Jeremías -“Señor, hazme caso, oye cómo me acusan” (Jr 18, 20)-, al igual que en el Evangelio – , -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» (Mt 20,19).
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