¡Qué distinto es saberse acompañado, guiado, esperado, de caminar en solitario, anónimo, sin que nadie sepa de tus anhelos y deseos!
El profeta nos asegura que Dios es nuestro Maestro, nuestro Guía y, Compañero, como lo fue del pueblo de Israel a lo largo de la travesía del desierto.