Parece como si el profeta no fuera de este mundo, como si no tuviera experiencia de la sociedad, y viviera en un universo idílico. Y sin embargo, su visión adelanta lo que después dirá San Pablo: “Revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.
Autor
Ángel Moreno
I Sábado de Adviento: (Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146; Mt 9, 35 – 10, 1. 6-8)
Si el profeta Isaías consuela a los deportados con palabras de esperanza, más allá de que se experimente escasez en la comida y bebida, ¡cuánto más deberemos acoger las palabras del profeta, si ya sabemos que la razón de todo consuelo es el nacimiento de Jesucristo!
I Viernes de Adviento (Is 29, 17-24; Sal 26; Mt 9, 27-31)
Quizá puedes interpretar que la profecía, que describe tanta belleza, es solo un deseo. Al contemplar las circunstancias políticas actuales de los territorios de Oriente Medio, no parece que coincida la descripción de Isaías con las noticias que nos llegan constantemente de aquellos países.
I Jueves de Adviento (Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21. 24-27)
La humildad no es complejo de inferioridad, sino conocimiento de la propia verdad, lo que somos ante Dios. Con esta conciencia de criatura, a la hora de tratar con Él, tomamos la actitud de quienes son bendecidos por tener un corazón sencillo y una mente obsequiosa con la manifestación divina.
I Miércoles de Adviento: (Is 25, 6-10a; Sal 22; Mt 15, 29-37)
La Eucaristía es el banquete que sacia; no seamos como los invitados que rehúsan acudir a la fiesta. Las fiestas de Navidad, en resonancia con esta profecía, se celebran con abundancia de manjares y bebidas. Sería una paradoja que intentáramos saciarnos con alimentos materiales y no comiéramos del manjar mejor.
I Lunes de Adviento (Is 4, 2-6; Sal 121; Mt 8, 5-11)
Si gustas tu pertenencia a la Iglesia, si te sientes parte de ese resto que ha puesto su confianza en el Señor, y crees en la fuerza de la súplica, si no te avergüenzas de tu identidad cristiana, escucha la Palabra que hoy te dirige la liturgia.
Tres llamadas: II Sábado de Cuaresma
¡Qué distinto es el Dios revelado de la proyección que podemos hacer de Él basándonos en nuestra imaginación! Nunca comprenderemos hasta qué punto ama Dios a su criatura. Hasta ha sido capaz de morir por ella.
Tres llamadas: II Viernes de Cuaresma
Hay historias que no se comprenden hasta que se ve, al final, el desenlace. Desde la cumbre del camino espiritual, lo que se creía desgracia, pasado el tiempo, se descubre como hecho providente.
Tres llamadas: II Jueves de Cuaresma
La concordancia de las lecturas nos señala dónde buscar la felicidad. La dicha y la bienaventuranza nos acontecerán si confiamos en el Señor y si hacemos oídos sordos a las insinuaciones del Tentador, o de aquellos que viven de espaldas a Dios.
Tres llamadas: San José
Dios no improvisa; su acción sigue un plan providente, diseñado desde antiguo. En Abraham, en David y en los profetas se adelantan los últimos tiempos, y cobran sentido desde el acontecimiento de la Encarnación.
Tres llamadas: II Lunes de Cuaresma
Uno de los dones que debemos cuidar es el de la sensibilidad de la conciencia. La peor enfermedad es la que se sufre y se ignora. La percepción de haber pecado puede llevar a diferentes reacciones; las más adecuadas son la humildad y la súplica de perdón.