Me pregunto si eras un buscador de Dios, o acaso una presa atrapada por él, como Jeremías.

Me pregunto si eras un buscador de Dios, o acaso una presa atrapada por él, como Jeremías.
Ayúdanos a descubrir tu proyecto sobre nosotros, a interpretarlo, a asumirlo, a realizarlo plenamente.
Cierto día escribiste que las vidas de los santos son una especie de comentario al evangelio. Sin imaginarlo, estabas definiendo la tuya.
Padre, sabemos que nos conoces y nos amas. Gracias, Abbá. Nos ponemos en tus manos.
Contra Cristo o a favor de él, fuiste siempre una fiera que sabía rugir o acariciar, como todos los leones de raza.
Es preciso saltar la raya, llegar al otro lado, dejar a la espalda todo lo visible.
Tú eres el Verbo eterno, el Hijo de Dios vivo, la Palabra hecha carne, la plenitud de la revelación.
Lees, reflexionas, escribes. Te unes a quienes cultivan el sueño romántico de suplantar a Dios. Y topas con él.
Señor Jesús, tú eres el Verbo de Dios hecho hombre que habita entre nosotros.
Abrasado de calor o cubierto de rocío, jamás has abandonado nuestra puerta.
‘Quien se encuentra con Jesús cara a cara no tiene otra salida que ponerse a su servicio’.