Que cada instante de nuestra existencia terrena madure en nosotros la semilla de la fe.

Que cada instante de nuestra existencia terrena madure en nosotros la semilla de la fe.
Tu vida tenía un especial encanto para todos, más si cabe para los jóvenes. Muchas veces te declaraste feliz. No obstante, qué pocos llegaron a alcanzar tu último secreto. Cierto día lo expresaste en cuatro
Señor y Padre mío, ayúdame a comprender la grandeza de lo pequeño.
Señor Jesús, tú que lloraste la ausencia de un amigo, comprendes hoy el dolor de nuestra familia.
Señor, el que amas está enfermo, y tú vas a curarlo porque eres el médico y la medicina de Dios. Por eso te damos gracias. Sólo tú posees el secreto de la salud y de la vida.
Bajo las olas agitadas del odio, cuánta bondad, Señor, y cuánto amor hay en nuestro mundo.
También tú lloraste con lágrimas humanas sobre la tumba de un amigo.
Que cada instante de nuestra existencia terrena madure en nosotros la semilla de la fe.
Tu vida tenía un especial encanto para todos, más si cabe para los jóvenes. Muchas veces te declaraste feliz. No obstante, qué pocos llegaron a alcanzar tu último secreto. Cierto día lo expresaste en cuatro
Señor y Padre mío, ayúdame a comprender la grandeza de lo pequeño.
Señor Jesús, tú que lloraste la ausencia de un amigo, comprendes hoy el dolor de nuestra familia.