Uno para todos: hombres y mujeres, negros y blancos, sanos y enfermos, ateos y creyentes.

Uno para todos: hombres y mujeres, negros y blancos, sanos y enfermos, ateos y creyentes.
No permitas, Señor, que viva y muera con un corazón egoísta, preocupado sólo de tener yo lo necesario.
Ayúdanos, Señor, a acoger la vida que tú nos regalas y a cultivarla día a día.
Te damos gracias por nuestra familia religiosa y por todos y cada uno de sus miembros.
Haznos sensibles a la acción de tu Espíritu que construye y alienta nuestra comunidad.
Concédenos, Señor, la experiencia de la unidad en nuestra vida interior y en nuestra relación con los hermanos.
Lo comprobamos nosotros mismos, poniendo la mano sobre nuestro corazón.
Que sepa hacerte visible en el centro de mi comunidad que es la tuya.
Señor Jesús, gracias por haberme llamado a cuidar a mis hermanos enfermos.
Uno para todos: hombres y mujeres, negros y blancos, sanos y enfermos, ateos y creyentes.
No permitas, Señor, que viva y muera con un corazón egoísta, preocupado sólo de tener yo lo necesario.