El mundo tiene tanta necesidad de santos geniales como una ciudad invadida por la peste tiene necesidad de médicos

El mundo tiene tanta necesidad de santos geniales como una ciudad invadida por la peste tiene necesidad de médicos
Como los primeros apóstoles a quienes llamaste para que estuvieran contigo.
Mi padre repetía continuamente en mi presencia: ‘No hay Dios’, a los ocho o diez años era yo una atea consumada.
Si te descubrimos y alimentamos tu amistad, poco a poco nos haremos semejantes a ti.
Tu vocación de contemplativa estaba en la calle, en el trabajo, en ese silencio que es posible descubrir en medio del ruido.
Danos la fuerza de tu Espíritu para responder con fidelidad a tu llamada.
‘No busco el éxito ni el aplauso: yo toco para Dios’
Señor Jesús, haznos una comunidad abierta, confiada y pacífica…
Tienes que despojar tu oración. Tienes que simplificar, desintelectualizar. Ponte ante Jesús como un pobre: sin ideas, pero con fe viva.
Señor, hoy he escuchado tus golpes a mi puerta,
fuertes pero delicados,
inesperados pero inconfundibles
“La alegría es amor. Da más quien da con alegría”