Te veo como un peregrino avanzando paso a paso hacia el encuentro del Dios vivo.

Te veo como un peregrino avanzando paso a paso hacia el encuentro del Dios vivo.
Dame, Señor, una mirada limpia, capaz de alcanzar tu luz a través de la noche.
Tú eres el Verbo eterno, el Hijo de Dios vivo, la Palabra hecha carne, la plenitud de la revelación.
Lees, reflexionas, escribes. Te unes a quienes cultivan el sueño romántico de suplantar a Dios. Y topas con él.
Señor Jesús, tú eres el Verbo de Dios hecho hombre que habita entre nosotros.
Abrasado de calor o cubierto de rocío, jamás has abandonado nuestra puerta.
Tu vida fue una búsqueda, un reto, una provocación. Te llamaban ‘radical piadosa’ y ‘anarquista cristiana’.
Gracias por ser como eres: pobre, sencilla, entregada, misericordiosa.
Pasado ya un tiempo desde tu muerte, tus reflexiones siguen teniendo la misma frescura que el primer día.
Líbranos, de las interferencias de nuestro egoísmo para que vivamos abiertos interiormente al evangelio de Jesús.
Ven, Espíritu Paráclito, concede hoy a tu Iglesia, reunida en el Cenáculo, con María, la experiencia de Pentecostés.