Con poco que expliquemos, los niños y las niñas, que se aburren cuando escuchan discursos ideológicos, comprenderán que vivimos en un grave pecado de despilfarro.

Con poco que expliquemos, los niños y las niñas, que se aburren cuando escuchan discursos ideológicos, comprenderán que vivimos en un grave pecado de despilfarro.
Con poco que expliquemos, los niños y las niñas, que se aburren cuando escuchan discursos ideológicos, comprenderán que vivimos en un grave pecado de despilfarro.