En un hogar cristiano siempre debería haber motivos para la celebración. Lo importante es reunirse para celebrar, junto a Dios, la vida familiar.

En un hogar cristiano siempre debería haber motivos para la celebración. Lo importante es reunirse para celebrar, junto a Dios, la vida familiar.
¿Los profetas han muerto? ¿Dónde están los profetas? ¿No hay quien tenga valor para denunciar «estas injusticias»?
La dimensión festiva y celebrativa es muy propia de la vida familiar. Lo que se celebra se intensifica y se renueva: aniversarios, cumpleaños, éxitos personales, visitas. Se trata de celebrar la vida cotidiana con corazón festivo. Sugerimos la contemplaci
Cuando se vive el amor en el matrimonio, cuando tomamos tiempo para estar con los hijos, cuando queremos felicitar los gestos mutuos, la vida resulta una cadena de pequeñas celebraciones.
En un hogar cristiano siempre debería haber motivos para la celebración. Lo importante es reunirse para celebrar, junto a Dios, la vida familiar.
¿Los profetas han muerto? ¿Dónde están los profetas? ¿No hay quien tenga valor para denunciar «estas injusticias»?
La dimensión festiva y celebrativa es muy propia de la vida familiar. Lo que se celebra se intensifica y se renueva: aniversarios, cumpleaños, éxitos personales, visitas. Se trata de celebrar la vida cotidiana con corazón festivo. Sugerimos la contemplaci
Cuando se vive el amor en el matrimonio, cuando tomamos tiempo para estar con los hijos, cuando queremos felicitar los gestos mutuos, la vida resulta una cadena de pequeñas celebraciones.