La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.

La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.
A Dios sólo lo pueden ver los ojos de un corazón limpio que ha sabido ponerle en el centro del querer, del pensar y del sentir.
Dios sigue apostando por el hombre a través de su misericordia infinita demostrada, de forma desbordante, en su Hijo Jesucristo.
No podemos permanecer indiferentes ante el hambre y la sed de muchos hermanos nuestros, sobre todo cuando es la falta de justicia social la que provoca tales situaciones.
La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.
A Dios sólo lo pueden ver los ojos de un corazón limpio que ha sabido ponerle en el centro del querer, del pensar y del sentir.
Dios sigue apostando por el hombre a través de su misericordia infinita demostrada, de forma desbordante, en su Hijo Jesucristo.
No podemos permanecer indiferentes ante el hambre y la sed de muchos hermanos nuestros, sobre todo cuando es la falta de justicia social la que provoca tales situaciones.