Cuando amanece, los tambos de la pena se colorean de azul y humean por el fuego de leña ya encendido en su interior.

Cuando amanece, los tambos de la pena se colorean de azul y humean por el fuego de leña ya encendido en su interior.
Estar, siempre y sólo estar: lo nuestro. Oidores de penas y lamentos, aunque también participantes en tantas pequeñas resurrecciones diarias de los pobres. Pero siempre y sólo eso: estar.
Mis vivencias se hacen cada vez más interiores, diría que hasta hurañas, como animales nocturnos a quienes cegara la luz.
¡Tantas idas y venidas con Dios en la mochila! Porque Dios, solamente Él, es quien les visita eficazmente en esa agua de bautismos aparentemente sin sentido, pero asidero único para encontrar ellos salvación.
Como un fantasma y después de tanto sobresalto político, se nos ha colado en nuestro adelgazado y debilitado pueblo una epidemia de meningitis purulenta
Ella lloraba cuando, en canoa, los nativos la llevaban a su escuela. La lejanía es algo que nos duele; no estamos hechos para ella.
Esa tarea nos fatiga, pero como eso es lo que la Iglesia y los hombres de América necesitan, nos entregamos gustosos a ese desgaste silencioso de haber quemado la vida sin apenas haber hecho ruido.
Cuando amanece, los tambos de la pena se colorean de azul y humean por el fuego de leña ya encendido en su interior.
Estar, siempre y sólo estar: lo nuestro. Oidores de penas y lamentos, aunque también participantes en tantas pequeñas resurrecciones diarias de los pobres. Pero siempre y sólo eso: estar.
Mis vivencias se hacen cada vez más interiores, diría que hasta hurañas, como animales nocturnos a quienes cegara la luz.
¡Tantas idas y venidas con Dios en la mochila! Porque Dios, solamente Él, es quien les visita eficazmente en esa agua de bautismos aparentemente sin sentido, pero asidero único para encontrar ellos salvación.