Para Francisco, la virgen María es, ante todo, Madre. Es madre de misericordia y de ternura. Ella es -nos ha dicho en la Evangelii gaudium— «la que sabe transformar una cueva de animales en casa de Jesús, con unos pocos trapos y una montaña de ternura» (EG 286).
Autor
Fernando Prado, cmf
9. Ser testigos de la Misericordia
«La Iglesia vive una vida auténtica cuando profesa y proclama la misericordia -el atributo más estupendo del Creador y Redentor- y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaría y dispensadora» (Juan Pablo II, Dives in misericordia, n.13).
8. Alcanzar la Indulgencia
La celebración del Año jubilar constituye una ocasión singular para aprovechar y acoger el gran don de la indulgencia que la Iglesia, en virtud del poder conferido por Cristo, ofrece a aquellos que, con las debidas disposiciones, cumplen las prescripciones especiales para recibirlas.
7. El Sacramento de la Misericordia
En el año de la misericordia, el papa Francisco quiere que todos podamos experimentar la misericordia en primera persona. Quiere que todos podamos sentir y «palpar», de forma concreta, que Dios no está nunca lejos, y que si volvemos a El, siempre está preparado para abrazarnos, como el Padre de la parábola.
6. Conversión
El año santo jubilar, en el fondo, es una gran invitación a la conversión. Francisco ya nos había hablado de una necesaria «conversión pastoral» en la Evangelii Gaudium. Sin duda esta es necesaria en la Iglesia, en nuestras obras, en nuestro quehacer. Pero no puede haber una verdadera conversión pastoral si no hay antes una verdadera conversión personal.
5. Vivir la Cuaresma de una forma especial
Durante la Cuaresma, el santo pueblo fiel de Dios acostumbra a entregarse con una mayor piedad y fervor, si cabe, a la preparación para celebrar, con un corazón renovado, las fiestas de Pascua. En muchas de nuestras Iglesias, los viernes de Cuaresma, especialmente, la gente reza el Via Crucis, siguiendo las estaciones que acompañan a Jesús hasta el calvario, uniéndose a su dolor y a su pasión.
10. Confiarse a María, Madre de misericordia
Para Francisco, la virgen María es, ante todo, Madre. Es madre de misericordia y de ternura. Ella es -nos ha dicho en la Evangelii gaudium— «la que sabe transformar una cueva de animales en casa de Jesús, con unos pocos trapos y una montaña de ternura» (EG 286).
9. Ser testigos de la Misericordia
«La Iglesia vive una vida auténtica cuando profesa y proclama la misericordia -el atributo más estupendo del Creador y Redentor- y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaría y dispensadora» (Juan Pablo II, Dives in misericordia, n.13).
8. Alcanzar la Indulgencia
La celebración del Año jubilar constituye una ocasión singular para aprovechar y acoger el gran don de la indulgencia que la Iglesia, en virtud del poder conferido por Cristo, ofrece a aquellos que, con las debidas disposiciones, cumplen las prescripciones especiales para recibirlas.
7. El Sacramento de la Misericordia
En el año de la misericordia, el papa Francisco quiere que todos podamos experimentar la misericordia en primera persona. Quiere que todos podamos sentir y «palpar», de forma concreta, que Dios no está nunca lejos, y que si volvemos a El, siempre está preparado para abrazarnos, como el Padre de la parábola.
6. Conversión
El año santo jubilar, en el fondo, es una gran invitación a la conversión. Francisco ya nos había hablado de una necesaria «conversión pastoral» en la Evangelii Gaudium. Sin duda esta es necesaria en la Iglesia, en nuestras obras, en nuestro quehacer. Pero no puede haber una verdadera conversión pastoral si no hay antes una verdadera conversión personal.