El Espíritu Santo despierta en nosotros todo cuanto de hermoso hay escondido. Es el soplo que da vida a las ascuas, el aliento que inspira las palabras, el que nos hace recordar la música olvidada.

El Espíritu Santo despierta en nosotros todo cuanto de hermoso hay escondido. Es el soplo que da vida a las ascuas, el aliento que inspira las palabras, el que nos hace recordar la música olvidada.
La que nos acompaña y ayuda para saber encontrar la luz de Dios en la oscura noche de nuestra vida.
Palabras que María podría dirigir a su Hijo-Niño, cuando lo tiene en brazos.
El Espíritu Santo despierta en nosotros todo cuanto de hermoso hay escondido. Es el soplo que da vida a las ascuas, el aliento que inspira las palabras, el que nos hace recordar la música olvidada.
La que nos acompaña y ayuda para saber encontrar la luz de Dios en la oscura noche de nuestra vida.
Palabras que María podría dirigir a su Hijo-Niño, cuando lo tiene en brazos.