También a ti, cuando menos lo esperas, en la fragilidad de tus días y de tus noches, puede sobrevenirle un tiempo de alumbramiento.

También a ti, cuando menos lo esperas, en la fragilidad de tus días y de tus noches, puede sobrevenirle un tiempo de alumbramiento.
Sabes muy bien que si brota de ti un pequeño gesto de entrega es porque Alguien se te entrega todos los días sin reservas.
Dejarse ungir es permitir que el aceite de Dios nos penetre hasta sentir que somos suyos, y así vivir como gracia lo que experimentamos como ruina.
Es el abrazo que termina con la ruptura. Tan discreto y olvidado, pero tan necesario.
Un hueco por el que se sigue colando la luz de Dios para todo el que tenga ojos para ver.
Levantarse de la cama, salir del sueño y comenzar el día se puede convertir para el cristiano en ocasión para recrearse en el don de la creación, reencontrarse con sus hermanos y experimentar de nuevo el gozo del Bautismo.
También a ti, cuando menos lo esperas, en la fragilidad de tus días y de tus noches, puede sobrevenirle un tiempo de alumbramiento.
Sabes muy bien que si brota de ti un pequeño gesto de entrega es porque Alguien se te entrega todos los días sin reservas.
Dejarse ungir es permitir que el aceite de Dios nos penetre hasta sentir que somos suyos, y así vivir como gracia lo que experimentamos como ruina.
Es el abrazo que termina con la ruptura. Tan discreto y olvidado, pero tan necesario.
Un hueco por el que se sigue colando la luz de Dios para todo el que tenga ojos para ver.