Dios debería estar interesado en no pasar desapercibido. Me atrevo a decirlo, como lo diría Job, o el Eclesiastés. Porque si Dios calla, ¿podrá el ser humano escucharlo? Si Dios se vuelve tan invisible, ¿podrá el ser humano encontrarlo? …

Dios debería estar interesado en no pasar desapercibido. Me atrevo a decirlo, como lo diría Job, o el Eclesiastés. Porque si Dios calla, ¿podrá el ser humano escucharlo? Si Dios se vuelve tan invisible, ¿podrá el ser humano encontrarlo? …
No deberían ir pasando las diversas Jornadas Mundiales de la Juventud sin que la Iglesia ofrezca respuestas válidas y viables a los interrogantes que la juventud mundial hoy nos presenta, aunque ellas y ellos no las formulen adecuadamente e incluso las olviden durante estas celebraciones.
Leí el relato de la creación y comencé a pensar en Dios de forma diferente. Se me ocurrió contemplarlo, no como Dios de actos religiosos, sino como un genio, una persona superexperta en matemáticas, en físico-química, en biología y anatomía, o en geología y oceanografía, o en astronomía, o en arte, no en novelística… Me resultó fascinante mirarlo de esta manera.
Habría un nuevo sentido de “misión compartida”, en la cual lo que más resalta no es lo carismático y peculiar del instituto, sino la “misión eclesial” en cuanto tal, o incluso la “misión”.
Solo en éstos últimos años hemos comenzado a hablar de “misión compartida”. Esta nueva perspectiva no es una mera ocurrencia. Tiene su sentido. Nos preguntamos, entonces, ¿a qué se debe este nuevo adjetivo? ¿Qué hace necesaria esta forma de hablar?
Hubo tres importantísimas aportaciones en aquel tiempo de gracia que fue el Concilio Vaticano II que deberían ser muy recordadas en estos momentos
Ya disponemos del Instrumento de trabajo del próximo Sínodo sobre la Nueva Evangelización y la transmisión de la fe. Se trata de un extenso documento de 169 números, dividido en un prefacio, una introducción, cuatro capítulos y una conclusión.
Es una gracia de Dios encontrarse con mujeres y hombres “felices”, con grupos y comunidades “felices”, en los que -a pesar de todo- reina el buen humor.
Dios debería estar interesado en no pasar desapercibido. Me atrevo a decirlo, como lo diría Job, o el Eclesiastés. Porque si Dios calla, ¿podrá el ser humano escucharlo? Si Dios se vuelve tan invisible, ¿podrá el ser humano encontrarlo? …
No deberían ir pasando las diversas Jornadas Mundiales de la Juventud sin que la Iglesia ofrezca respuestas válidas y viables a los interrogantes que la juventud mundial hoy nos presenta, aunque ellas y ellos no las formulen adecuadamente e incluso las olviden durante estas celebraciones.
Leí el relato de la creación y comencé a pensar en Dios de forma diferente. Se me ocurrió contemplarlo, no como Dios de actos religiosos, sino como un genio, una persona superexperta en matemáticas, en físico-química, en biología y anatomía, o en geología y oceanografía, o en astronomía, o en arte, no en novelística… Me resultó fascinante mirarlo de esta manera.