Tendemos a otorgar, quizás por la fuerza de la costumbre, carta de normalidad a las desigualdades más sangrantes que nos rodean.

Tendemos a otorgar, quizás por la fuerza de la costumbre, carta de normalidad a las desigualdades más sangrantes que nos rodean.
Tendemos a otorgar, quizás por la fuerza de la costumbre, carta de normalidad a las desigualdades más sangrantes que nos rodean.