La Cuaresma, con su densidad litúrgica, nos invita en en este año vocacional a proyectar una luz de esperanza acerca del presente y del futuro de la evangelización.

La Cuaresma, con su densidad litúrgica, nos invita en en este año vocacional a proyectar una luz de esperanza acerca del presente y del futuro de la evangelización.
El Espíritu mismo, además, lejos de separar de la historia de los hombres las personas que el Padre ha llamado, las pone al servicio de los hermanos según las modalidades propias de su estado de vida
Hablar del Corazón de María es hablar de algo muy entrañable e íntimo, que forma parte imprescindible de nuestra común experiencia de fe.
Celebramos que es posible un NUEVA HUMANIDAD que nace llena del Espíritu Santo.
Con ella queremos nosotros recordar y celebrar juntos la venida del Espíritu Santo.
¿Donde serviré más y mejor a Dios y a los hermanos y podré contribuir así al crecimiento del Reino? Esta pregunta nos debe marcar a todos.
Seguimos en el viaje de la Cuaresma que inauguramos el Miércoles de Ceniza. Estamos viviendo una Cuaresma centrada en torno al misterio de nuestra vocación. Hoy el Señor nos invita a dejarnos deslumbrar por su destello transfigurado.
La primera lección que se nos propone en este primer domingo es la de no ser ingenuo.
La Cuaresma, con su densidad litúrgica, nos invita en en este año vocacional a proyectar una luz de esperanza acerca del presente y del futuro de la evangelización.
El Espíritu mismo, además, lejos de separar de la historia de los hombres las personas que el Padre ha llamado, las pone al servicio de los hermanos según las modalidades propias de su estado de vida
Hablar del Corazón de María es hablar de algo muy entrañable e íntimo, que forma parte imprescindible de nuestra común experiencia de fe.