Es maravilloso saber que ‘donde muere el razonamiento, nace el acontecimiento’. Estar presentes en esa presencia oscura es nuestro destino y al ámbito de nuestra seguridad ya que la oscuridad de Dios es más clara que lo más claro de los hombres.

Es maravilloso saber que ‘donde muere el razonamiento, nace el acontecimiento’. Estar presentes en esa presencia oscura es nuestro destino y al ámbito de nuestra seguridad ya que la oscuridad de Dios es más clara que lo más claro de los hombres.
Si la conciencia, que es fundamentalmente ‘mirada silenciosa’, no trasciende las palabras y los ritos, todo quedará sin fundamento y será verdad que quien comenzó a edificar no pudo terminar (Lc 10,40).
Puede haber personas muy instruidas y aún no iniciadas; que lo saben todo, pero carecen de sabiduría y de aquellas condiciones elementales que hacen posible la presencia eficaz del misterio.
‘Iniciación’ significa, sobre todo, ‘comenzar’; entrar en un ámbito de constatación, de vivencia o, tal vez, de experiencia del misterio, en nuestro caso de Dios. ‘Tú, Señor, estás cerca’, de lo contario el Dios del que hablemos será un Dios de ‘oídas’.
Sentimos poca necesidad de fundamentar nuestra relación con Dios en la oración.
Hay que aprender a orar; aprender a crear condiciones para el progreso en la oración.
Es necesaria una reforma del hombre para que vuelva a su tratar consigo mismo y pueda sentir de nuevo el toque, la llamada de Dios que cuando llama, quiere encontrarnos ‘en casa’.
Es maravilloso saber que ‘donde muere el razonamiento, nace el acontecimiento’. Estar presentes en esa presencia oscura es nuestro destino y al ámbito de nuestra seguridad ya que la oscuridad de Dios es más clara que lo más claro de los hombres.
Si la conciencia, que es fundamentalmente ‘mirada silenciosa’, no trasciende las palabras y los ritos, todo quedará sin fundamento y será verdad que quien comenzó a edificar no pudo terminar (Lc 10,40).
Puede haber personas muy instruidas y aún no iniciadas; que lo saben todo, pero carecen de sabiduría y de aquellas condiciones elementales que hacen posible la presencia eficaz del misterio.
‘Iniciación’ significa, sobre todo, ‘comenzar’; entrar en un ámbito de constatación, de vivencia o, tal vez, de experiencia del misterio, en nuestro caso de Dios. ‘Tú, Señor, estás cerca’, de lo contario el Dios del que hablemos será un Dios de ‘oídas’.