La fascinante belleza de un primer minuto de oración

La fascinante belleza de un primer minuto de oración
Y tú en el centro de esa penumbra, de ese misterio, ajeno a todos los ruidos y pasos perdidos de quien va y viene, esperas…
La infancia espiritual que proclama Jesús en el evangelio, es más que una ‘infancia’, propia del que ‘no habla’ (in-fans, eso significa); es una manera nueva de definir el silencio mental.
No busques, pues, sensaciones ni experiencias de Dios. Te basta creer y dejarte en sus manos… Así se es orante y se crece.
La oración tiene que definirse también por la forma en que el hombre se abre, libremente, des-condicionadamente, des-apropiadamente, pobremente, al don de Dios, al Don, que es Dios.
El orante se esconde en esa corriente esencial y misteriosa de Jesús con su Padre, y en ella va siendo transformado en hijo, silenciosamente, sin saber cómo. La oración es el clamor amoroso de Cristo Jesús hacia su Padre
La interioridad está relacionada con la persona misma de Jesús, hombre perfecto: de lo que se trata es de ‘transformarse en imagen de Jesucristo’
El problema de la interioridad es básicamente un problema de fe, es un problema de «hambre de Dios».
La soledad se resuelve fundamentalmente desde el corazón; desde la conciencia cierta que da la fe, de que Dios está conmigo.
La oración hecha con los músculos tensos, no puede ser una oración recogida
La fascinante belleza de un primer minuto de oración