La escena recordada en el número anterior de Iris nos situaba fuera de Jerusalén, en el Gólgota, donde la mirada de María se cruza con la de su Hijo, taladrado de clavos. Ahora nos acercamos al Cenáculo ya las fechas en que «los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús» (Antífona de entrada).
