Sin pelos en la lengua, con la voz serena, templada y valiente, un sacerdote de 51 años se atreve a decir verdades como puños, “como la copa de un pino”. Es capaz de arriesgar su vida poniendo el dedo en la llaga, llamando a las cosas por su nombre.
Autor
Salvador León
TODAVÍA QUEDAN PROFETAS
Sin pelos en la lengua, con la voz serena, templada y valiente, un sacerdote de 51 años se atreve a decir verdades como puños, “como la copa de un pino”. Es capaz de arriesgar su vida poniendo el dedo en la llaga, llamando a las cosas por su nombre.
Feria de Adviento (24 de diciembre)
Lc 1,67-79. Nos visitará el sol que nace de lo alto.
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