Todo hombre resulta para sí mismo un problema no resuelto, un verdadero enigma o, más exactamente, un misterio.

Todo hombre resulta para sí mismo un problema no resuelto, un verdadero enigma o, más exactamente, un misterio.
El hombre es ‘artesano de sí mismo’: homo faber sui ipsius. No sólo hace cosas, sino que ‘se hace’ a sí mismo.
La Iglesia necesita la aportación espiritual y apostólica de una vida consagrada renovada y fortalecida.
Nos acecha siempre la misma peligrosa tentación: creernos protagonistas y comportarnos como si lo fuéramos.
La Biblia nos habla más de "esperar" (verbo) que de "esperanza" (sustantivo).
Los cristianos, en cuanto llamados a reproducir en sí mismos la imagen de Cristo
Todo hombre resulta para sí mismo un problema no resuelto, un verdadero enigma o, más exactamente, un misterio.
El hombre es ‘artesano de sí mismo’: homo faber sui ipsius. No sólo hace cosas, sino que ‘se hace’ a sí mismo.
La Iglesia necesita la aportación espiritual y apostólica de una vida consagrada renovada y fortalecida.
Nos acecha siempre la misma peligrosa tentación: creernos protagonistas y comportarnos como si lo fuéramos.
La Biblia nos habla más de "esperar" (verbo) que de "esperanza" (sustantivo).