Creer es sólo amar, y nadie puede y debe ser creído si no es el amor. Creer es amar, amar absolutamente. Y esto como fin y sin que exista nada detrás

Creer es sólo amar, y nadie puede y debe ser creído si no es el amor. Creer es amar, amar absolutamente. Y esto como fin y sin que exista nada detrás
Nuestro centro verdadero no somos nosotros, sino Dios o, más exactamente, Jesucristo. Y sólo estando ‘centrados’ en él, está de verdad ‘centrada’ toda nuestra persona y toda nuestra existencia.
Pretenderán ser, con humildad y con audacia, sólo un acercamiento tembloroso y, a la vez, apasionado, a Dios y al hombre. Un acercamiento, siempre en el Hombre-Dios, que es Jesucristo: desde la fe pensada, es decir, desde la teología, desde la reflexión c
Del amor que Dios nos tiene, brota nuestra misma capacidad de amarle, es decir, al amarnos, Dios nos capacita para amar.
Tres dimensiones, que -integrando un mismo ‘misterio- están ordenadamente subordinadas y, por tanto, no tienen la misma importancia ni idéntico valor.
Todas las numerosas visitas salvadoras de Dios a su Pueblo culminan en la grande y definitiva Visita que se llama Jesús, que es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros para siempre.
La pobreza, el pobre, es un tema fundamental de continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y, quizás, la línea más pura y genuina de su espiritualidad.
Un amigo fiel es seguro refugio. El que lo encuentra ha hallado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, no hay peso que mida su valor.