Todos reconocen que el género es una construcción social. Lo que implica ser de género masculino o femenino se ha construido culturalmente.

Todos reconocen que el género es una construcción social. Lo que implica ser de género masculino o femenino se ha construido culturalmente.
Hay quien espera del cónyuge nada menos que la felicidad; se casa para ser feliz.
Propongo algunas reflexiones sobre los argumentos del magisterio que determinan el estado de la cuestión.
Quiero redactar una reflexión que pueda ser útil a la hora de situarse ante el próximo tiempo de verano.
En una cultura bastante emocional como la nuestra suena bien la palabra ternura.
Conozco muchos matrimonios que siguen escribiéndose cartas de amor a lo largo de su vida, se escriben una cada día.
Yo quiero resucitar ¿Tú quieres resucitar? ¿Quieres vivir para siempre? ¿Sientes pasión por la vida? ¿Puedes afirmar que eres una persona “biófíla”? ¿Sientes rebeldía frente a la muerte individual e indignación ética frente a la cultura de la muerte?
Son los novios los que se casan, la boda es el comienzo de la vida matrimonial sacramental.
Es éste un adjetivo muy actual para el sustantivo fidelidad. Pertenece a la naturaleza de la fidelidad en estos tiempos en los cuales se jalea día y noche la infidelidad: matrimonial, política, religiosa. Como valor permanente se refiere ante todo a la coherencia consigo mismo. Implica autenticidad y verdad en las relaciones interpersonales y conyugales.
El anillo es un signo nupcial. Lo llevan los esposos. El obispo lo recibe en su consagración episcopal.
Es Navidad cuando avivamos la fe en nuestro amor conyugal.