Aprender la práctica contemplativa es aprender lo que necesitamos para vivir de una manera verdadera, honesta y amorosa. Es una cuestión profundamente revolucionaria.

Aprender la práctica contemplativa es aprender lo que necesitamos para vivir de una manera verdadera, honesta y amorosa. Es una cuestión profundamente revolucionaria.
“¿Por qué hay una fuerte ola de secularización, una tormenta de antipatía o sencillamente una fría indiferencia hacia la Iglesia en algunas partes del mundo, que requieren una nueva ola de programas de evangelización?”
Este Sínodo es una ocasión favorable para responder a la pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos: “¿Qué buscáis?” Buscamos ser más numerosos, reunir más fieles en la Eucaristía, manifestar con más fuerza la presencia católica en nuestras sociedades secularizadas.
Hoy día, en muchos países occidentales la nueva evangelización es, de hecho, un primer anuncio si se considera la secularización general de las costumbres y la cultura. Más que la ignorancia, debemos lamentar una cultura formada por la lengua mediática y su recurso a la instantaneidad y a la efectividad.
La globalización es uno de los “signos” de nuestro tiempo. El proceso de globalización es tanto económico como financiero. Pero la globalización es también social y cultural, como indican claramente los Lineamenta (n. 6). Los modelos de migraciones de masa en todo el mundo han traído un nuevo encuentro y una nueva “mezcla” de culturas.
Aprender la práctica contemplativa es aprender lo que necesitamos para vivir de una manera verdadera, honesta y amorosa. Es una cuestión profundamente revolucionaria.
“¿Por qué hay una fuerte ola de secularización, una tormenta de antipatía o sencillamente una fría indiferencia hacia la Iglesia en algunas partes del mundo, que requieren una nueva ola de programas de evangelización?”
Este Sínodo es una ocasión favorable para responder a la pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos: “¿Qué buscáis?” Buscamos ser más numerosos, reunir más fieles en la Eucaristía, manifestar con más fuerza la presencia católica en nuestras sociedades secularizadas.