Lo que cambia no es lo que hacemos, sino el modo de hacerlo: seguimos enviando cartas, pero ahora lo llamamos “emails”. Seguimos escribiendo, pero ahora lo hacemos no con la pluma, o la máquina de escribir, sino con el ordenador.

Lo que cambia no es lo que hacemos, sino el modo de hacerlo: seguimos enviando cartas, pero ahora lo llamamos “emails”. Seguimos escribiendo, pero ahora lo hacemos no con la pluma, o la máquina de escribir, sino con el ordenador.
Lo que cambia no es lo que hacemos, sino el modo de hacerlo: seguimos enviando cartas, pero ahora lo llamamos “emails”. Seguimos escribiendo, pero ahora lo hacemos no con la pluma, o la máquina de escribir, sino con el ordenador.