Comentario al Evangelio del 24 de mayo de 2024
Queridos hermanos, paz y bien.
Qué fácil es decirlo. No os quejéis los unos de los otros, para no ser condenados. Con lo sencillo que es encontrar motivos para criticar a los demás. Para eso tenemos el ojo muy bien entrenado. Se nos olvida que tenemos que intentar ser como Dios, que es compasivo y misericordioso. Y tener mucha paciencia con todos. Que bastante paciencia tiene Dios con nosotros. No se cansa de perdonarnos todos nuestros errores. Ojalá nosotros tuviéramos una millonésima parte de la paciencia que Dios tiene con nosotros, v.gr., con algunos de nuestros conocidos. O con ese vecino que no nos cae nada bien. O con…
Y, quizá, en otros tiempos era más fácil confiar en la gente. Bastaba con un apretón de manos, para sellar un contrato. Poco a poco, se fueron incorporando medidas de garantía. Y no es extraño recurrir al juramento, poniendo a Dios por testigo de nuestras intenciones. Nosotros, los creyentes, tenemos que recordar el segundo mandamiento de la Ley de Dios y, con nuestra conducta, ser de fiar. Que se nos crea, que no haga falta añadir mucho a un “sí” o a un “no”. Esa confianza hay que ganársela. Día a día, siendo coherentes con lo que decimos. Hablar menos, y hacer más.
La pregunta sobre el divorcio sigue siendo actual. Nunca ha sido fácil mantenerse fieles. Es más, algunos insisten en que no es posible. Pero la enseñanza de Jesús, y, consecuentemente, la enseñanza de la Iglesia, es que lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. El sacramento – porque es un sacramento – del Matrimonio puede ser uno de los mejores testimonios en este mundo de usar y tirar. La fidelidad, el decir delante de todos que un hombre y una mujer quieren compartir juntos toda su vida, impresiona. Un proyecto de vida en común, con la idea de aceptar los hijos que Dios dé, es algo que interpela a todos aquellos que no piensan que algo así pueda ser posible.
Nadie dice que sea fácil, pero es posible. El Papa Francisco, en su exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia nos recuerda la importancia del amor y el matrimonio en la sociedad. Estaría bien releer el texto, para saber dar razón de nuestra fe a todos aquellos que tienen dudas.
Vuestro hermano en la fe,
Alejandro Carbajo, C.M.F.