Comentario al Evangelio del 5 de junio de 2024
En esta escena evangélica Jesús se ve confrontado con los saduceos que niegan la resurrección de los muertos y plantean un caso que, por lógica, le llevaría a negar la resurrección. Ellos basaban sus teorías en Moisés, a quien seguían de modo fundamentalista. Jesús les remite a la escena de la zarza ardiente; el Dios que allí se le aparece es el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob. “¡No es un de muertos, sino de vivos!” Nos acompaña en cada momento de nuestra vida. No es el Dios del ayer sino el del hoy
Según Jesús, la vida termina en resurrección. Dios creador está al comienzo dando vida a cada ser humano. Pero es también el resucitador que está al final rescatando a cada uno de la muerte. Es absurdo pensar que Dios se vaya quedando sin hijos e hijas a medida que van muriendo.
Cuando Jesús nos habla de la vida después de la muerte, nos dice que estamos llamados a una vida más perfecta, porque el Dios de los vivos siempre nos quiere regalar la novedad de la que sólo es capaz. Abrámonos a la sorpresa de Dios.
Cordialmente.
Salvador León, cmf