Comentario al Evangelio del día 10 de septiembre de 2024
Querido amigo/a:
Es humanísimo que entre nosotros existan conflictos y problemas; también existían en las primitivas comunidades cristianas, como leemos hoy en la primera lectura. Lo que no debería ser normal es que no fuéramos capaces de resolverlos entre nosotros. Esto es lo que le enfada a san Pablo en su carta, que los Corintios acudan a los tribunales antes de intentar practicar la corrección fraterna: “¿No os da vergüenza? ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos?”
Los creyentes, al igual que los que no lo son, no nos diferenciamos por la ausencia de problemas o conflictos entre nosotros, sino por el modo de resolverlos. O deberíamos, puesto que la fe nos da herramientas muy eficaces que no debemos desechar: la corrección fraterna, el discernimiento, el perdón, la oración, la fuerza de la fe… San Pablo se enfada con su comunidad porque actúan como gentiles, por no decir como brutos, ante los conflictos que surgen entre ellos.
No seamos brutos. Problemas de relación, entendimiento, convivencia, comunicación, siempre los vamos a tener, incluso con los seres más queridos y cercanos. Seamos inteligentes espirituales y utilicemos las valiosas herramientas de la fe que hemos recordado.
Precisamente en el Evangelio de hoy, Jesús llama a doce apóstoles muy diferentes entre sí, con psicologías muy dispares. No llamó a doce personas del mismo rango social, mismo oficio, misma edad… eran muy distintos. Por eso tuvieron problemas y discusiones entre ellos, lo vamos observando en los Evangelios. Pero a la vez, vamos observando como el Señor les iba enseñando a resolver esos problemas no a modo como lo hace el mundo, sino como Dios quiere que se solucionen las cosas en ese nuevo modo de vida que Jesús llama Reino de Dios y que hay que construir entre todos aquí y ahora. Para eso llamó Jesús a los Doce y para eso no ha llamado también a nosotros, no lo olvidemos.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.