Comentario al Evangelio del día 13 de mayo de 2024
Los discípulos le dicen a Jesús en el texto evangélico de hoy que “Ahora sí que hablas claro: por ello creemos que saliste de Dios”. Da la impresión de que han recorrido un largo camino desde que se encontraron por primera vez con Jesús a la orilla del lago, dejaron las redes y se fueron con él por los caminos de Galilea. Pero, si seguimos leyendo el texto evangélico, vemos que no han llegado a la meta. Dice Jesús que llegará la hora en que se van a dispersar y le van a dejar solo. Conclusión: no ha terminado su aprendizaje.
Es que eso de ser discípulo de Jesús no es como hacer una carrera. En la carrera se estudian unas asignaturas, se hacen unas prácticas, se presenta el trabajo final y ya. La carrera está concluida. Se ha llegado a la meta. Y el que era estudiante se puede colocar de maestro. El discipulado no se parece a eso. Es algo muy distinto. Porque no se trata de aprender ideas (como si fuese la carrera de teología, por ejemplo) sino de seguir a Jesús, de ir aprendiendo paso a paso de sus actitudes, de su estilo de vida, de su forma de relacionarse con los demás, de su preferencia por los pobres y marginados más allá de todo criterio de prudencia, de su trabajo incesante por crear fraternidad y justicia, que no otra cosa es el Reino de Dios.
El discipulado es convivencia con Jesús. Es hacer de él el compañero nuestro de cada día. Es ir haciendo de sus caminos nuestros caminos, de sus preferencias de vida nuestras preferencias de vida. Es ir haciendo camino con él y, si es implica llegar a la cruz, llegar con él. Es ir aprendiendo a confiar en el Padre como él confió hasta en los momentos más negros, el momento de la cruz, el momento en que se sintió abandonado por todos, hasta por su Padre. Y creer, teniendo muy presentes las palabras con que termina el texto evangélico de hoy: “Os he hablado de esto para que encontréis la paz en mí… Tened valor: yo he vencido al mundo”.
Fernando Torres, cmf