Comentario al Evangelio del día 15 de Noviembre de 2024
¿Dios discrimina?
Hoy se celebra la memoria de san Alberto Magno y esta celebración tiene lecturas propias. Pero, mirándolo bien, tanto la correspondiente al Tiempo Ordinario como la propia de san Alberto, parecen hablar de lo mismo. Y es algo tan sorprendente como atemorizante. Es la criba que hará Dios en los últimos tiempos. Se habla de pescado podrido o no comestible que será arrojado al mar desde las redes; y se habla de las personas que serán arrebatadas.
Quizá haya muchas personas que desearían aprovechar estas lecturas para “demostrar” que Dios no es el Padre amoroso, sino un ser cruel; y quizá haya otras que también las tomen para asegurar que Dios es juez y no va a dejar pasar impune el mal que se haya hecho en esta vida. Si bien esta última interpretación esté más cerca de la verdad, hay también un hecho incontestable. ¿Cómo va a ser que en la venida se lleven a unos y se deje a otros? ¿Cómo se hará esta distinción? La respuesta parece enigmática, pero también encierra un desafío y una advertencia: las aves de rapiña van al cadáver. La culpa de que haya un cadáver no es de Dios, lógicamente, sino de quien ha matado en sí el amor, la verdad, la justicia. De quien ha rechazado el agua de la vida y se ha convertido en cadáver ambulante. O, de quienes, desafortunadamente, se han dejado engañar, como advierte san Pablo en la primera lectura. Alaba el Apóstol a quienes se han mantenido en la verdad y el amor. Esos serán quienes al final sean llevados al cielo; los que no serán arrojados al mar como pescado podrido.
Más allá de las “fake news” tan prevalentes en este mundo, está el engaño sutil, el que va enredando, pudriendo y matando sin que las personas se den cuenta. Porque luego se sorprenden: ¿quién, cómo será arrebatado? Las aves de rapiña reconocen el cadáver. Reconocen a quienes se han dejado llevar por ideologías, costumbres y corrientes del mundo que poco tienen que ver con la verdad, la justicia y el amor del reino de Dios.
Virginia Fernández