Comentario al Evangelio del día 16 de mayo de 2024

Fecha

16 May 2024
Finalizdo!

El texto evangélico de hoy es uno de esos que me hace sonreír, me hace sentirme consolado y mirar al presente y al futuro del mundo, de la iglesia y de mi propia vida con esperanza. ¡Hemos estado presentes en la oración de Jesús!

Cuántas veces hemos orado y… hemos desesperado casi al mismo tiempo. Cuántas veces nos ponemos a pensar en nuestro mundo, en la realidad del hambre y la injusticia, en los políticos que parece que no hacen nada para solucionarlo más allá de buscar su propio interés, en el deseo de poder y riquezas que llenan el corazón de tantos, en las escenas de insolidaridad que vemos a nuestro alrededor. Y, si somos sinceros, basta también con ser honestos con nosotros mismos y mirarnos al espejo (habiéndonos quitado previamente la coraza protectora en que nos solemos envolver para quedar bien antes los demás y ante nosotros mismos, claro), para darnos cuenta de que tampoco en nosotros es oro todo lo que reluce. Ni mucho menos. Lo natural sería caer en el pesimismo y la desesperanza absoluta. No hay salida. No hay futuro.

Pero es que ha sido el mismo Jesús el que ha orado por nosotros al Padre: “Padre Santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos.” Y luego Jesús pide para que nos insertemos en esa corriente de vida, de amor, de unidad, de fraternidad que nace de su Padre y de él mismo. Quizá no sean estas exactamente las palabras que pronunció Jesús –no creo que hubiese un escriba al lado de Jesús anotando sus palabras una por una–. Pero me basta pensar que cada uno de nosotros ha estado presente en el corazón de Jesús, en su amor. Me basta pensar que cada de nosotros somos importantes para él.

Ese pensamiento ya me hace levantarme de la postración y mirar mi presente y mi futuro con esperanza. Y descubrir en cada uno de los que me rodean un hermano o una hermana amado por Jesús. Me hace sentir que este mundo tiene un futuro mejor por delante y que ese futuro es el Reino. Y me hace sentirme comprometido en trabajar por la justicia, por la fraternidad, por la reconciliación, aunque no termine de ver los resultados en el día a día. Porque en nosotros, en cada uno, está presente el amor que es Dios, aunque no lo veamos ni sintamos.

Fernando Torres, cmf