Comentario al Evangelio del día 16 de Septiembre de 2024

Fecha

16 Sep 2024
Finalizdo!

Queridos amigos.

Lucas nos presenta hoy la figura de un centurión romano especial, porque se preocupa mucho por su criado; un centurión a quien le interesa mucho la situación de los menos afortunados. Un centurión que manifiesta dos actitudes humana necesarias para que Dios actúe en nosotros: la humildad y la fe.

Así como un foco necesita de la electricidad para encender y un motor de combustión necesita de la gasolina para funcionar, así la gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y maravillas.

Humildad: “No soy digno de que entres bajo mi techo”. El centurión habría sido un oficial de alto rango en el ejército romano, muy consciente del poder. Pero este poder no le había corrompido, al contrario le había aportado una conciencia de los demás y una humildad para servirles. Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.

Fe: “Dilo de palabra y mi criado quedará sano”. El centurión expresa una fe sincera, una confianza y una seguridad de que sucederá. Una fe que no solo se compadece, sino que va a buscar una solución; una fe que es un empeño decidido en ayudar al pobre criado, de forma que el mismo Señor se maravilla de su fe. El centurión confía plenamente en Jesús. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.

Por eso la fe y la humildad es la combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a la gente que se las pide.

En la Eucaristía decimos la oración del centurión antes de recibir la Comunión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, mas di una palabra y mi alma quedará sana”. Esta oración expresa la imperfección ante Jesús y la fe, la humildad y la confianza en la gracia sanadora de Jesús que en cada Comunión nos cura –nos sana- como curó al criado del centurión. ¡Qué importante esta conciencia de que solo Jesús nos sana, nos libera, nos purifica, nos santifica! Ya decía Pablo: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. Y San Juan: “Sin Mí no podéis hacer nada”.

Vuestro hermano
José Luis Latorre
Misionero Claretiano.

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