Comentario al Evangelio del día 21 de Septiembre de 2024

Fecha

21 Sep 2024

Queridos amigos.

Celebramos hoy la fiesta de San Mateo, el publicano convertido en apóstol. Jesús se acercó a él y le dijo: “Sígueme”. Jesús vio a Mateo en su trabajo de recaudador de impuestos y lo llamó. El Señor no tiene problema en llamar a cualquiera sin importarle su condición, a qué se dedica, sus pecados… Jesús no mira las fragilidades y debilidades de las personas, sino el corazón. Él no ha venido a buscar a los “sanos y justos” sino a los pecadores, a los que necesitan curación y sanación. Toda persona necesita encuentra en Jesús alivio, consuelo, esperanza, y una razón para vivir.

Mateo invitó a Jesús a una comida en su casa. Y allí acudió el Señor y también publicanos y pecadores. Fue una comida para celebrar el perdón y la misericordia de Dios que llamaba a todos a seguir a Jesús y así experimentar la buena noticia de que todos –sin exclusión alguna- pertenecían a la familia de los hijos de Dios. Todos se sintieron acogidos y respetados, nadie se vio excluido, marginado y rechazado. La presencia de Jesús creo ese clima de cercanía, de confianza, de seguridad y de esperanza. Todos aquellos comensales vivieron una experiencia singular con Jesús.

Esta actitud de Jesús es un toque de atención para cada uno de nosotros y para nuestras comunidades y grupos: inclusión y misericordia, no exclusión y rechazo. Muchas veces nosotros tendemos a juzgar y excluir a los “pecadores” o diferentes a nosotros. Nuestras parroquias y grupos tienen que ser inclusivos y misericordiosos; de puertas abiertas, sin condiciones, sin tanta burocracia ni tantos requisitos… de forma que todos puedan experimentar la misericordia de Dios en nuestras comunidades y grupos. Y pueda decirse de nuestras comunidades y grupos “mirad cómo se aman” y así deseen integrarse con nosotros. La caridad y la misericordia son  el mejor anuncio del Evangelio.  El Evangelio repite algunas veces que al ver cómo actuaba Jesús con los pobres y necesitados decían “Todo lo ha hecho bien y daban gloria a Dios”.

En este pasaje Jesús estaba rodeado de publicanos y pecadores. Jesús reconocía en cada uno de ellos un ser humano, más allá de sus cualidades, virtudes y defectos. Vio en Mateo –y los demás comensales- no solo a la persona que era, sino aquella que podría llegar a ser. El Señor conocía a cada uno de aquellos comensales y al compartir con ellos esa comida quería ayudarles a que cambiasen de vida y empezasen a vivir lo que cada uno podía ser si se dejaba guiar por Él. “Yo he venido para que tengan vida, y esta en abundancia”. No importa el pasado, el futuro es lo que cuenta de verdad.

Todos tenemos “un sueño” de lo que queremos ser en la vida. Es cuestión de realizarlo. Tenemos toda la vida para cumplir ese sueño. Pero los demás también juegan un papel importante en la realización de mi sueño. No podemos prescindir de la ayuda y la amistad de los demás.

Vuestro hermano en la fe
José Luis Latorre
Misionero Claretiano.

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