Comentario al Evangelio del día 9 de septiembre de 2024
Querido amigo/a:
Un poco de levadura fermenta toda la masa, como leemos en la primera carta de san Pablo a los Corintios: “¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?” Es decir, un pequeño gesto, lleno de potencia, amor y convicción, puede cambiar muchas cosas. Aun siendo objetivamente relevante, puede esconder la fuerza de la gracia de Dios que transforma todo lo que toca.
Nos viene bien recordarlo, puesto que a veces nos desanimamos a la hora de realizar gestos concretos que puedan cambiar la realidad de nuestra vida, laboral, familiar o personal. Esto no merece la pena, pensamos; olvidando que los grandes cambios en la historia y en la vida de fe han comenzado con pequeños gestos, eso sí, llenos de vida, como la levadura.
En el Evangelio de hoy, Jesús realiza un pequeño gesto, pero lleno de vida: cura el brazo de un hombre paralítico. Lo que no son capaces de ver la mayoría de los testigos que están en la sinagoga es que, aparte de curar el brazo, Jesús ha curado a la persona entera pues ha perdonado sus pecados junto a su curación física, y esto le permite ser concebido como un no pecador. Tenemos que recordar que en la mentalidad judía si una persona padecía una enfermedad era consecuencia de un pecado cometido por la propia persona o por sus padres, por lo que la enfermedad era el castigo de Dios por dicho pecado. Por tanto, esa persona curada íntegramente deja de ser vista como un ser proscrito, es reintegrado a la sociedad como una persona digna de crédito.
Pequeños gestos, hacen mucho, sólo hace falta creer en la fuerza de la gracia de Dios que nos acompaña en todas las acciones que hagamos con buena voluntad. No nos rindamos antes de tiempo, tenemos en nuestras manos mucha levadura que repartir.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.