Comentario al Evangelio del Jueves 10 de Abril de 2025
La alegría de Abraham
El diálogo de Jesús con los judíos es lo más parecido a un diálogo de sordos (al menos, por parte de los judíos). Atendiendo a las palabras parece que están hablando y discutiendo de lo mismo, pero esas palabras pronunciadas por los judíos y por Jesús tiene significados radicalmente distintos. La muerte a la que se refieren los judíos es la muerte biológica que todos padecemos. Jesús habla de otra muerte, la “muerte para siempre”, que significa el total extrañamiento de Dios y de la salvación. Esa salvación se ofrece por medio de la palabra de Jesús. Y aquí se produce una nueva incomprensión. Porque la palabra de Jesús no es una nueva filosofía, una moral o una doctrina, sino que es su propia persona, la Palabra encarnada, por la que Dios nos ofrece la salvación de la “muerte para siempre”.
El argumento de los judíos referido a la muerte biológica es incontestable: el hecho irrefutable de que hasta los grandes patriarcas y los profetas murieron. Jesús no niega este hecho, es más, él está dispuesto a asumirlo, puesto que la gloria de la que habla no es otra cosa que el misterio pascual de su muerte y resurrección (que es la “vida para siempre”). Y una vez más, los sordos interlocutores judíos no entienden de qué gloria está hablando.
Aferrados a sus venerables tradiciones, sintiéndose depositarios de la misma, hijos de Abraham son incapaces de comprender que las grandes promesas hechas al patriarca, se están cumpliendo ahora en Jesús, la alegría de Abraham, padre no sólo de Israel, sino de una muchedumbre de pueblos.
La incomprensión y la cerrazón de estos judíos, que se revuelven violentamente contra Jesús, le fuerzan a salir del templo, del judaísmo, primer depositario de la promesa, para que una muchedumbre de pueblos pueda librarse de la muerte para siempre, y participar en los frutos de la glorificación de Cristo, la vida para siempre.
Nosotros, creyentes en Cristo Jesús, convertidos en verdaderos hijos de Abraham, somos invitados a superar toda cerrazón, para, guardando la palabra de Jesús, seguir extendiendo esos frutos entre todos los pueblos del mundo.
Saludos cordiales,
José M. Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/