Comentario al Evangelio del jueves, 12 de octubre de 2023
José Luis Latorre, Misionero Claretiano
Queridos amigos
Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, patrona de España y muy venerada en Iberoamérica. Ella es la Madre que está en medio de nosotros como una columna fuerte y segura para alentar nuestra fe, esperanza y caridad. Ella es la Madre que siempre escucha las oraciones de sus hijos, consuela sus lágrimas y se alegra con sus sueños y proyectos. Ella es la Madre que constantemente nos dice: “Haced lo que Él os diga”, la Madre que nos enseña con su palabra y sobre todo con su ejemplo a obedecer a Jesús en todo.
Jesús suscitaba admiración y entusiasmo en las multitudes por lo que decía y hacía. Y así un día una mujer exclamó: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero él le dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Jesús reconocía que su madre era la más feliz del mundo por ser su madre biológica, -¡cualquier mujer de su tiempo deseaba ser la madre del Mesías, era un privilegio y una honra!-. Pero aún hay una dicha mayor para una mujer: “escuchar y cumplir la Palabra de Dios”, porque quien hace esto tiene en sí a Dios en este mundo y en el cielo. Quien libremente escucha y obedece a Dios es la persona más grande e importante en el reino de los cielos. Ejemplos de esto: María y todos los santos y santas, y esa innumerable muchedumbre de toda raza, lengua, pueblo y nación que están en el cielo alabando y bendiciendo a Dios por siempre y para siempre.
Y le decimos a la Virgen del Pilar estas estrofas del himno de vísperas:
“Esa columna, sobre la que posa leve sus plantas tu pequeña imagen,
sube hasta el cielo: puente, escala, guía de peregrinos.
Cantan tus glorias las generaciones, todas te llaman bienaventurada,
la roca firme, junto al Ebro enhiesta, gastan a besos.
Abre tus brazos virginales, Madre, vuelve tus ojos misericordiosos,
tiende tu manto, que nos acogemos bajo tu amparo”.
Vuestro hermano
José Luis Latorre, Misionero -Claretiano