Comentario al Evangelio del Jueves, 20 de Febrero de 2025
Querido amigo/a:
Cada vez que veo un arco iris me quedo embelesado contemplando el espectáculo tan bello que me ofrece la naturaleza sin avisar, como un regalo sorpresa. Y me acuerdo del pacto que Dios hace con la humanidad a través de Noé en el relato del Génesis de hoy. La belleza de su gama cromática tan intensa, después de la lluvia, evoca la belleza de la alianza de Dios: “Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras […] pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra”.
Curiosamente, el arco sale después de la oscuridad de la lluvia o del terror de la tormenta, como anunciando que todo acabará bien por muy oscuro que esté el panorama. La belleza de sus colores nos alegra el corazón. Esta alianza y este pacto tiene mucha conexión con la antífona del salmo 101 de la liturgia de hoy que nos recuerda que “El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra”. El Señor no es indiferente a ninguno de nosotros, no nos deja abandonados a nuestra suerte, no es un dios ausente ni lejano, sino que, en palabras del salmo, “desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte”.
¿Concibes a Dios así? ¿Quizá tienes todavía alguna falsa imagen de Dios que tengas que purificar? Los contemporáneos de Jesús no tenían nada claro quién era Él. Por eso ante la pregunta en el Evangelio de Marcos de hoy, hay distintas imágenes, como las que podemos tener nosotros. Ni siquiera Pedro, en su confesión acertada de “eres el Mesías”, tiene una imagen de Jesús del todo correcta, aunque es el que más se acerca, pues no tiene incluida la cruz que Jesús les anuncia: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días”. Pero si te fijas bien, ni siquiera en el silencio de la cruz, Jesús fue abandonado por el Padre, la resurrección fue la respuesta, esperada con paciencia por su Hijo.
Dios siempre cumple su pacto, fiel a su alianza con nosotros, aunque a veces nos parezca que no es así. Este pacto no solo nos ofrece consuelo y esperanza, sino que también nos desafía a ser reflejo de esa misma fidelidad en nuestras relaciones con los demás. Nos invita a ser portadores de luz en tiempos de oscuridad, a ser puentes de reconciliación y a sembrar esperanza allí donde haya desesperanza.
Nunca olvides que, tras la oscuridad de la tormenta, siempre resurge la belleza del color del arco iris; es el guiño de Dios que nos recuerda que Él está siempre con nosotros, aún en medio de la oscuridad.
Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.