XVII Domingo del Tiempo Ordinario
Juan 6,1-15: Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.
Comentario al Evangelio del jueves, 20 de octubre de 2022
Paulson Veliyannoor, CMF
Estar en llamas
San Antonio María Claret, fundador de la congregación de los Hijos Misioneros del Corazón Inmaculado (claretianos), dio una definición en la que quería que crecieran sus hijos espirituales. Comienza así: "Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y difunde sus llamas por donde quiera que vaya. Desea poderosamente y se esfuerza por todos los medios posibles en incendiar a todos con el amor de Dios….". Este es el tipo de fuego con el que Jesús desea encender el mundo. Y este fuego produce dos resultados: nos hace arder de amor a Dios y de caridad a nuestros semejantes. Este fuego sólo es posible cuando comprendemos "la anchura, la longitud, la altura y la profundidad" del amor que Cristo nos tiene, como recuerda Pablo a los efesios. Cuando esto ocurre, Dios se convierte en nuestra prioridad, por encima de todas las relaciones humanas. Esta comprensión y este fuego no son obra nuestra; es el don del Espíritu, por el que debemos rezar incesantemente.
