Comentario al Evangelio del jueves, 29 de junio de 2023

Fecha

29 Jun 2023
Finalizdo!
Alejandro Carbajo, CMF

Queridos hermanos, paz y bien.

Celebramos hoy una solemnidad importante, la de los apóstoles Pedro y Pablo. Juntos nos los presenta la Iglesia, para que juntos nos den algunas pautas de vida. Allá vamos.

La historia de hoy nos muestra a un Pedro que experimenta en su vida, en un momento difícil, la intervención de Dios. De un modo (tan) milagroso, que ni él mismo se lo cree. Fue una liberación orada y pedida por toda la iglesia de Jerusalén. Es que la oración el justo siempre es escuchada. A Pedro, como al salmista, el Señor le libró de todas sus ansias.

Por otro lado, en la segunda lectura, Pablo comparte con nosotros su experiencia. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Casi nada. Pero Pablo siempre ha tenido claro que es el Señor el que le escogió, le ayudó y le dio las fuerzas para perseverar. Para Pablo, cada día era un tiempo favorable, era un día de salvación. Y mira que Pablo pasó por penalidades varias. Apaleado, apedreado, dejado por muerto, con hambre, con sed, desnudo, naufragado… Pero todo lo pudo en el Dios que le confortó.

Tanto Pedro como Pablo han pasado por un proceso personal muy intenso. El encuentro con Cristo les cambió de tal modo que se convirtieron en los líderes de las comunidades, uno de los judíos, otro de los paganos. Ambos con una sola meta, que se conociera a Cristo por todo el mundo. Por eso celebramos su solemnidad juntos. Es que en la Iglesia hay sitio para todos, y para diversas tendencias, eso sí, siempre con Cristo en el centro.

Pablo perseguía a los cristianos, se encontró con Cristo, y todo su celo perseguidor se convirtió en celo misionero. Pedro confesó a Cristo, le traicionó y volvió a afirmar su amor tres veces, para convertirse en la cabeza de la Iglesia naciente. Con María y con los otros apóstoles, en diálogo para saber como vivir (el Concilio de Jerusalén, Hc 15) y abiertos a lo que Dios les iba revelando.

Que la memoria de estos santos nos lleve a todos a vivir la fe con su mismo celo, con la capacidad de admitir el perdón, después de nuestras caídas, y siempre pensando en cómo más gente pueda conocer, amar y servir a Jesucristo.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

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