Comentario al Evangelio del jueves, 3 de octubre de 2024
San Francisco de Borja
Recordamos hoy a San Francisco de Borja; en la Oración Colecta se dice: […] al celebrar la fiesta […] enséñanos a comprender que nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio. Y la lectura del evangelio de Lucas es el relato de la misión de los 72.
Puede ser que parroquias, fieles comunes e institutos y diversas asociaciones católicas, a veces, nos sintamos abrumados por los numerosísimos documentos (vaticanos, diocesanos, parroquiales etc.) con planes de pastoral, estrategias para la evangelización, programas… Dedicamos tanto esfuerzo en todos esos “previos” que no nos queda ánimo para llevarlos a la práctica. Los más críticos quizá afirmarían que sería mejor olvidarse de “tanto papel” y ponerse manos a la obra de una vez.
Pero no consideremos estos “papeles” como inútiles, en buena medida los necesitamos y cuanto más compleja y difícil la situación social, con mayor motivo. Jesús, leemos en Lucas, no envió a los setenta y dos sin más: les proporcionó una “guía” con instrucciones para el caso. Guía que proporciona algunas pistas… En primer lugar los envía de dos en dos lo que significa que el centro del anuncio es Cristo mismo, no la capacidad de liderazgo, elocuencia o persuasión del que anuncia. Y que es Cristo el que mueve a la comunidad, la incipiente Iglesia: los dos la representan.
Hay que ir ligero de equipaje no sea que carguemos con tantas cosas, materiales o de otra índole, que dificulten y retarden la marcha.
Un aviso sorprendente que incluso parece algo mal educado: no saludéis a nadie por el camino. Pero en aquel contexto histórico, geográfico y cultural tiene una explicación. El saludo no consistía meramente en un “buenos días” sino en una parada dilatada de hasta varias jornadas.
Quedaos en donde os reciban y adaptaos a lo que hay. Es decir, aceptar y acoger su cultura, sus costumbres, sus normas no escritas… aunque la fe en Jesucristo que prediquéis los lleven a cambiar en según que aspectos…
Donde os reciban, curad a los enfermos. Es decir, el anuncio de la salvación tiene que acompañarse con bondad y entrega. Si decimos que Dios nos ha dado el mandato de amar, hay que ser consecuentes.
Y sed firmes y tenaces en la proclamación. Si os rechazan, tal vez por la sospecha de que queréis aprovecharos de ellos, demostrad que no os vais a llevar ni el polvo adherido a vuestros pies y dejad claro el anuncio del Reino que ha llegado para todos en Jesucristo.
Virginia Fernández