Comentario al Evangelio del jueves, 30 de noviembre de 2023
Carmen Fernández Aguinaco
Fiesta de San Andrés, Apóstol
¿Cómo creerán si no se les predica? ¿Y cómo predicarán si nadie les envía?
Los servicios de mensajería parece que ya no son tan populares como hace unos años, en que todo se entregaba en mano y en persona. Ahora los emails, whatsapps, scans, y toda clase de tecnología, hacen que “los pies del mensajero”, tan bellos según el profeta, se conviertan en pulsaciones de teclas… Darle a la tecla de enviar y ya está el ángel en marcha. Y nosotros sentados cómodamente ante la pantalla. ¡Qué fácil!
San Andrés, el apóstol que celebramos hoy, es famoso por su convicción de las palabras de Jesús de que el discípulo no puede ser mayor que su maestro… ni siquiera igual. Y, por lo tanto, pidió no ser crucificado de la misma manera, sino de otra algo más difícil… en aspa.
Esto nos deja con un gran dilema. Tenemos que vivir en nuestro mundo y tenemos que usar los medios a nuestro alcance (distintas redes a las que usaba Andrés, claro está, pero redes al fin) para llevar el mensaje que hemos sido enviados a dar; pero no deberíamos buscar lo más fácil. Claro que, pensándolo bien, ¿quién ha dicho que hacer el anuncio de la Buena Noticia de Cristo sea tan fácil como pulsar un botón? ¿Quién ha dicho que nuestro mundo descreído y desmoralizado sea un campo de misión más fácil que el de Andrés y los demás apóstoles?
Sin embargo, a los cristianos que tenemos nuestro nombre bautismal, como a los apóstoles llamados por su nombre por el Señor, no se nos pide en el envío que calculemos lo fácil o difícil que pueda resultar la misión. Sabemos que la misión va a ser difícil, siempre lo ha sido y siempre lo será, sean como sean las redes que utilicemos. Estamos advertidos.
Como cristianos, deseamos cumplir la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pero, ¿cómo creerán si no conocen, etc…? Y, ¿a quién se envía? A nosotros, los pescadores modernos liados en redes sociales complicadas y a veces llenas de nudos. “Y dejando las redes, lo siguieron”. Un movimiento tan inmediato ahora como en aquel tiempo. Lo que tendremos que hacer es decidir (y ya) cuáles son las redes que tenemos que dejar y cuáles las que debemos tomar al ser enviados. No hay escapatoria; porque, como a Andrés, el Señor nos llama por nuestro nombre a ser mensajeros. Qué hermosos los pies… o los dedos, el corazón, la palabra, el compromiso, el testimonio, la acción, el servicio… de nosotros, los mensajeros que demos el anuncio de fe y salvación. Tan difícil hoy como ayer… tan urgente hoy como ayer…o más.