Comentario al Evangelio del Jueves 5 de Diciembre de 2024
Queridos amigos y amigas:
Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre el fundamento de nuestra vida cristiana, especialmente en este tiempo de Adviento, cuando somos llamados a preparar nuestros corazones para el encuentro con el Señor. Tanto Isaías como el Evangelio de Mateo nos hablan de la firmeza que se encuentra en Dios, la “Roca perpetua” sobre la cual podemos edificar nuestra vida con seguridad.
En el libro de Isaías (26,1-6), se canta un himno de confianza en el Señor, quien es presentado como la fortaleza y salvación de su pueblo. La ciudad fuerte con murallas y baluartes simboliza la protección divina que da seguridad a los que confían en Él. Es un canto que anticipa la llegada del reino de Dios, donde la justicia y la lealtad son la marca distintiva de su pueblo. Las puertas se abren para que entren los justos, los que confían plenamente en el Señor y mantienen la paz, porque su fe no está puesta en cosas pasajeras, sino en la Roca eterna.
Este texto de Isaías resuena con fuerza en Adviento, tiempo en el que renovamos nuestra confianza en Dios y nos preparamos para recibir al Emmanuel, “Dios con nosotros”. Nos recuerda que la paz verdadera, tan anhelada en nuestros tiempos, no proviene de nuestras propias fuerzas o seguridades humanas, sino de Dios, quien es nuestro refugio. En un mundo lleno de incertidumbre y divisiones, Isaías nos llama a abrir las puertas de nuestro corazón para acoger a Cristo, la paz encarnada, y a construir nuestra vida sobre la roca sólida de su fidelidad.
El Evangelio de Mateo (7,21.24-27) complementa este mensaje al enfatizar la importancia de poner en práctica la palabra de Dios. Jesús utiliza la imagen de dos hombres que edifican sus casas: uno sobre roca y otro sobre arena. La diferencia no está en el conocimiento, sino en la acción. Solo quien escucha y vive según la voluntad de Dios será como aquel que construyó sobre roca y pudo resistir las tormentas. Adviento nos recuerda que no basta con invocar el nombre del Señor de manera superficial; nuestra fe debe traducirse en obras concretas de amor, justicia y misericordia.
El Adviento, además, es un tiempo en el que las “tormentas” existenciales –nuestras inquietudes, ansiedades o desafíos– pueden ser una oportunidad para examinar sobre qué fundamento hemos construido nuestra vida. Jesús nos llama a edificar sobre la roca de su palabra, una base firme que nos sostiene incluso en las pruebas más difíciles. Su Evangelio reubica nuestra vida. Escuchar su voz y actuar en consecuencia es la manera de prepararnos para su venida, tanto en la Navidad como al final de los tiempos.
Por último, el canto de Isaías concluye con una imagen de justicia: los pies de los pobres y oprimidos pisan la ciudad elevada, símbolo de los poderes arrogantes que serán abatidos. Esto nos recuerda que el Adviento es también un tiempo de esperanza para los más vulnerables, pues en Cristo se hace presente el Dios que levanta a los humildes y abate a los soberbios. Nuestra preparación para la Navidad debe incluir un compromiso con la justicia y la solidaridad hacia quienes más lo necesitan.
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com