Comentario al Evangelio del lunes, 10 de febrero de 2020
Alejandro Carbajo Olea, cmf
Queridos hermanos, paz y bien.
Comenzamos las reflexiones de esta semana contemplando el arca de la
alianza en el templo de Jerusalén, por un lado, y por otro, a Jesús en
camino.
El templo de Jerusalén era un lugar de peregrinación, alrededor del cual se
reunían los fieles. Un símbolo, el símbolo mucho tiempo esperado. La
culminación del éxodo, de la liberación del pueblo de Israel, y la llegada
a la tierra prometida. Y depositar en este templo el Arca de la Alianza era
el culmen, tan largamente esperado. Ofrendas, sacrificios, bailes,
cánticos… Un gran día de fiesta, sin duda.
La superación del templo de Jerusalén, su culminación, fue Jesús. Todo lo
que el templo representaba en el Antiguo Testamento, lo encarna Jesús en el
Nuevo. Lo vemos en este pasaje evangélico de hoy. Su fama se ha extendido,
y todos quieren verlo, y que sane a los enfermos. Se arremolinan a su
alrededor. Y Jesús se pone a ello, como siempre, en cuerpo y alma. Basta
con tocar el borde de su manto para ser sanado.
Los hebreos reconocían la presencia divina en las Tablas de la Ley,
guardadas en el Arca y por ello respetaban el templo y acudían allí a orar.
Hoy no necesitamos un lugar concreto para dar gloria a Dios. Gracias a Él,
en todas partes podemos encontrarlo. Por supuesto que hay lugares sagrados,
las iglesias, las capillas, pero es posible adorarlo en cualquier lugar. Es
un buen día para plantearse con qué ánimo y dónde busco a Jesús. ¿Lo busco
siempre, en todos los momentos de mi vida, o solo cuando me encuentro mal?
¿Lo veo presente en los acontecimientos de mi vida? ¿Comienzo la jornada en
su presencia, con una oración? Que no se nos olvide. Aprovechemos que Dios
se encuentra siempre cerca de nosotros.
Que no se nos olvide, por otra parte, que nuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo. Tenemos que cuidarlo, evitar aquello que nos perjudica, y
dar gracias por todo lo que podemos hacer. Hay cosas que nos dañan, y hay
otras que nos ayudan. Cada uno sabe lo que es. E, igual que vamos al médico
cuando nos duele algo, podemos ir al sacramento de la Reconciliación, si
tenemos dolor en el alma.
Hoy celebramos la memoria de santa Escolástica, hermana de san Benito. Aquí puedes
leer algo de su vida. Un ejemplo para todos nosotros.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.