Comentario al Evangelio del Lunes 10 de Febrero de 2025

Fecha

10 Feb 2025

Me ha tocado muchas veces atender a personas en Caritas. Los que llegan a Caritas vienen solicitando ayuda, están en situación de necesidad. No pueden pagar el alquiler o la factura de electricidad, no les llega para comer lo necesario o para pagar las medicinas o para que los niños vayan decentemente vestidos al colegio. Son muchas las necesidades y pocos los recursos. Hay muchas personas, familias enteras a veces, a las que llegar a fin de mes supone una dificultad que se va repitiendo precisamente cada mes. Es como si viviesen en una eterna carrera de obstáculos pero sin llegar nunca a la meta.

Por eso en cuanto ven una mano abierta, alguien que les puede ayudar, van a ella. Porque sus necesidades son urgentes. Y si les ponen condiciones, van a decir a todo que sí. Y si en el proceso de conseguir ayuda, se ven obligados a mentir, pues van a mentir. Porque lo que está en juego es la supervivencia. Me atrevería a decir que los pobres tienen derecho a mentir para conseguir ayuda.

Jesús, con su predicación, son su cercanía a los más pobres y necesitados, con sus curaciones, provocó un efecto parecido. Los pobres y enfermos de aquellos pueblos descubrieron en él una fuente de esperanza, la posibilidad de salir adelante, de librarse de algún dolor, de solucionar el hambre cuasi-permanente en que vivía tanta gente en aquellos tiempos (y también en los nuestros, aunque nos parezca imposible desde el punto de vista de los ambientes en que nos movemos habitualmente).

Como siempre, los puristas nos dirán que aquellas gentes no se acercaban a Jesús con la mejor de las motivaciones, que apenas buscaban satisfacer su interés: liberarse de la punzada permanente del hombre o del dolor de su enfermedad. Y es verdad. Pero los pobres son así. Tienen derecho a eso precisamente en virtud de su pobreza. Jesús lo entendió perfectamente y por eso estuvo siempre tan cerca de ellos, sin exigirles ni recitar el credo ni la pureza ortodoxa ni siquiera la rectitud moral. Y lo mismo deberíamos hacer nosotros si queremos seguir a Jesús.

Fernando Torres, CMF

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