Comentario al Evangelio del lunes, 23 de marzo de 2020

Fecha

23 Mar 2020
Finalizdo!
José Luis Latorre, cmf

Queridos amigos.

La Cuaresma es el camino que hacemos hacia la Pascua, la fiesta de la luz,
de la vida y de la alegría. Pero este año un tanto doloroso para todos por
el coronavirus. Y en medio de este caminar difícil el Profeta Isaías nos
anuncia con fuerza que Dios va a “crear un nuevo cielo y una nueva tierra”, que se va a producir
una transformación y un cambio profundos y que el pueblo lo va a ver y
experimentar. Que Dios no nos abandona y que toda esta pandemia va a dar
frutos buenos en cada uno y en toda la sociedad. La voz del Profeta es una
llamada a los cristianos a no perder la esperanza y la confianza en medio
de la prueba y a no olvidarnos que “Dios escribe recto con renglones
torcidos”.

Sabemos que este anuncio del Profeta tuvo pleno cumplimiento en Jesús: su
Palabra realizó –y realiza hoy- prodigios y maravillas. Pero hay que creer
en Él con una fe que no está contaminada por el propio interés o el sentido
mágico, sino llena de confianza pues estamos seguros que Jesús actúa
siempre o liberándonos de una enfermedad, una pandemia, una situación
difícil… o fortaleciéndonos interiormente en la esperanza y el amor, o
afianzándonos en nuestras convicciones y valores. La Palabra siempre se
cumple.

Juan nos narra la escena del funcionario real que acude a Jesús para
pedirle la curación de su hijo gravemente enfermo. A la petición del
funcionario Jesús le dice: “Vete, tu hijo vive”. El
funcionario creyó en la palabra del Señor y se volvió a su casa. Creyó y
obedeció; escuchó a Jesús y puso en práctica lo que le dijo; superó sus
temores y dudas y bajó hacia su casa. En este camino de vuelta a su casa le
acompañó únicamente la Palabra de Jesús, y esta Palabra también sostuvo
cada uno de sus pasos de regreso a casa. Y desde casa los criados le salen
al encuentro con la grata certeza y con las mismas palabras que le había
dicho Jesús: “tu hijo vive”. La fe que ha caminado en la
oscuridad y la incertidumbre encuentra la luz y se convierte en pleno
asentimiento: “Y creyó él y todos los suyos”. Los temores
y las dudas se disiparon y las certezas de la luz brillaron en su corazón y
en de los suyos. Una vez más lo que el funcionario había oído de Jesús se
realizaba en su hijo, en él y en los suyos.

Este relato –como todos los que nos cuentan los Evangelios- se cumple
también hoy, pues la Palabra de Jesús es viva, eficaz y eterna. Es una
Palabra que actúa cuando hay una fe profunda y sincera. En la noche de la
prueba y del sufrimiento la Palabra de Jesús es lámpara para nuestros pasos
y es oración confiada que encuentra su confirmación luminosa. Cuando todo
va bien es como el agua que fecunda nuestro corazón y le hace dar frutos
buenos y abundantes. Repite hoy con alegría y convicción:

“Tu Palabra me da vida, confío en Ti, Señor; tu Palabra es eterna, en
ella esperaré”.

José Luis Latorre

Misionero Claretiano

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