Comentario al Evangelio del lunes, 23 de octubre de 2023
Alejandro Carbajo, CMF
Queridos hermanos, paz y bien.
Comenzamos esta semana reflexionando sobre la fe. Esa Carta a los Romanos, que llevamos escuchando desde la semana pasada, nos recuerda el ejemplo de Abrahán, que se hizo fuerte en la fe. No fueron pocas las cosas que le sucedieron en la vida, pero siguió creyendo. ¿Por qué se nos pone como ejemplo de fe? Porque confió, salió de su tierra, y marchó hacia el destino que Dios le iba marcando. En estos tiempos convulsos, cuando no sabemos con certeza qué va a pasar mañana, es un buen modelo para nuestras vidas. No podemos ser ingenuos, pero tenemos que confiar en Dios.
En el Evangelio se nos habla de herencias y de familia. Es que hay gente tan rica que solo tiene dinero. Y de ahí vienen muchos problemas. Jesús no quiere mediar entre los que se le acercan para que haga de juez, pero sí darnos alguna norma, para saber cómo vivir y, sobre todo, para qué vivir. El dinero no es malo en sí, es necesario para vivir. Pero si todo gira en torno al dinero, a la necesidad de tener más y más, algo empieza a ir mal. Si no podemos compartir, nos alejamos de lo que Dios quiere, del destino universal de los bienes y de la idea de que todos somos hermanos. Nuestra legislación, a los religiosos, nos prohíbe acumular bienes como comunidad, gracias a la caja común, pero es bueno revisar cómo está nuestra habitación y, sobre todo, cómo está nuestro corazón. Este consejo es bueno para todos ¿Somos ricos ante Dios? ¿O nos apoyamos en lo material? ¿A qué estamos apegados? ¿Qué tal se nos da el compartir lo que tenemos, los bienes y el tiempo?
Otro tema para la reflexión hoy es el de la muerte. Así es la liturgia. No la elegimos nosotros, nos viene dada, para que no arranquemos ninguna página de los Evangelios. Y la muerte no está de moda en estos tiempos. Por eso, precisamente, no está de más, de vez en cuando, pararse a reflexionar sobre esta cuestión. Porque no sabemos ni el día ni la hora, Y no nos vamos a llevar nada de lo que tengamos en la tierra a la otra vida. Nada. Sólo podremos mostrarle al Señor todo el amor que hayamos acumulado en nuestro corazón. Pues eso, a pasar mucho tiempo delante de Dios, presentándole todos los nombres que nos preocupen e intercediendo por ellos. Para que se nos llene tanto que estalle al entrar en el cielo.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.