Comentario al Evangelio del lunes, 9 de agosto de 2021
CR
Queridos amigos y amigas:
Recordamos hoy a Edith Stein , filósofa, pensadora judía convertida al cristianismo y carmelita descalza a la hora de morir en la cámara de gas de Auschwitz, sin dejar que su nueva “condición” carmelitana le evitara lo que su hermana Rosa, sus amigos y tantos otros iban a vivir. Posiblemente no lo hizo por simple solidaridad ni siquiera por coherencia personal; que ya es mucho. Quizá entendió muy bien la afirmación de Jesus: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma… hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados… No tengáis miedo…
Edith decide a los 15 años dejar de rezar pues cuanto más lee, reflexiona y aprende, más imposible le parece que pueda existir un Dios personal, a pesar del gran testimonio creyente que ve en su madre. Estudia fenomenología con Husserl, trabaja en la I Guerra Mundial como enfermera, consigue el doctorado “summa cum laude”, nunca deja de preguntarse y de buscar sinceramente la verdad, aprende con Max Scheler a mirar las cosas sin prejuicios ni barreras… Una tarde de verano lee casualmente la autobiografía de Teresa de Ávila y se convierte al cristianismo; siente que por fin, su búsqueda ha terminado.
Esta mujer “pensadora, mística y mártir” como decía Juan Pablo II al nombrarla copatrona de Europa, que rompe con los tópicos de una vida monástica y religiosa sólo para gente apocada, miedosa, ingenua, resignada, ajena al mundo… Todo lo contrario. Una mujer que supo, al conocer a Cristo, que no hay lugar para el miedo y que toda búsqueda sincera no será nunca en balde.